domingo, 30 de diciembre de 2007

Herencias: La Zaragoza


Las diversas tradiciones que se registran en la serie audiovisual “Herencias”, tienen un tratamiento que permite hacer énfasis en la historia, su evolución y sobre todo la importancia de la preservación.

La intención de cada capítulo es presentar evidencias audiovisuales, de las formas de ejecución, música y pasos, pero haciendo énfasis en las vivencias de los grupos que impulsan la organización de la actividad, responsables directos de la preservación de la misma, desarrollando la motivación de realización, los inconvenientes y ventajas de las mismas.

La Zaragoza
La fiesta de Los Zaragozas pertenece a esa celebración de amplia dispersión en los estados andinos conocida como locos y locainas, que, por alguna razón, en Sanare y Guarico (pueblo larense) adquirió nombre propio. Se celebra cada 28 de Diciembre, cuando la Iglesia conmemora el Día de los Santos Inocentes en recordación de aquel asesinato colectivo de niños, ordenado por Herodes, la fallida intención de eliminar el Niño-Dios. En su esencia, esta celebración reúne símbolos opuestos. Por una parte está la actitud devocional, representada en la misa y el cumplimiento de promesa según las normas de la Iglesia, junto a ritos populares de rezos y cantos ante una pintura que muestra aquella cruel matanza relatada en el Nuevo Testamento; y por la otra, la conducta festiva de los enmascarados, la música, el baile, los excesos, la alegría, y la inversión de roles, más bien propios del carnaval.

Sus inicios tienen dos versiones, una asegura remontarse a tiempos medievales europeos cuando se festejaba la fiesta de los locos en días comprendidos entre Navidad y Año Nuevo, otros afirman que es producto del sincretismo del “Baile del Jojoto”, celebrado por los indígenas de la zona, quienes en honor a la cosecha se cubrían de restos vegetales, especie de disfraz para honrar a la naturaleza.

El día 28, muy de madrugada se congregan los disfrazados en la casa de la Capitana María Valeria de González, quien organizar un altar en un espacio abierto de su casa. Allí se reúnen además, los músicos y cantadores encabezados por Bernabé Alvarado, quien es el Capitán Mayor, Severiano Alvarado, Capitán Menor y responsable del cuadro simbólico de los inocentes y portador de la bandera. Ya con la luz del día y después de haber entonado La Salve y rezado unas oraciones frente al improvisado altar -como indicación del rompimiento- se dirigen todos a la Iglesia de San Isidro para escuchar la primera misa. Este rito lo repiten en la Iglesia Principal de Nuestra Señora de Santa Ana, en Barrio Arriba.

Miles de visitantes de pueblos vecinos y turistas se congregan ese día en Sanare para compartir esa fiesta popular. Posteriormente toda la comitiva recorre las calles del pueblo cantando y bailando libremente hasta casi finalizada la tarde cuando exhaustos, se retiran a sus hogares mientras los músicos y algunos disfrazados regresan al altar de la Capitana María González, de donde partieron, para formular las últimas oraciones en compañía de algunos creyentes y así realizar el encierro.

Fotos:
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